Estos materiales ajenos a la composición natural de nuestro planeta, afecta el medio ambiente también y contamina entre otros el suelo, ya que, por su composición química, son de muy difícil descomposición y pueden llegar a durar cientos de años su desintegración luego de ser desechados, afectando con sus partículas la tierra.
También, hemos sido testigos de cómo el impacto del plástico tiene un efecto devastador e interviene peligrosamente sobre la fauna marina y las aves, teniendo en cuenta que son miles de toneladas de diferentes tamaños arrojados que contaminan las fuentes hídricas y la tierra.
Este panorama lo podríamos resumir en las cortas palabras de la activista ambiental sueca Greta Thunberg “Quiero que entréis en pánico, porque la casa está en llamas”.
El planeta clama un uso racional de los recursos naturales y así nos lo hace saber, ya que la disminución en la producción agrícola está causando escasez de alimentos y cada vez con más frecuencia nos enteramos de poblaciones que sufren hambrunas. Nos revelan que el agua en 20 años escaseará en lugares de la tierra donde aún hoy abunda. No olvidemos el día Cero (febrero de 2018) de Ciudad del Cabo en Sudáfrica, cuando la presa más grande que abastecía de agua Theewatersklof, llegó a tan solo el 12,5% de su capacidad:
Antes de cada ducha, Bridgetti Lim Banda acerca el cubo vacío, lo coloca bajo la alcachofa y gira la manivela. Una vez sale, lo deja al lado del váter, con el agua que hay en él lista para ser reutilizada. “Mi conciencia no me dejaría tirar de la cadena. ¿Cómo podría hacer eso cuando sé que hay mujeres caminando kilómetros cada día para conseguir agua?”, señala. “La experiencia de hace dos años ha cambiado mi vida”, añade.